Elena Gómez Bernal, alumna de la Escuela Politécnica de Cáceres, logra un premio nacional de Arquitectura Técnica.

Elena Gómez Bernal, de 22 años, se acaba de alzar con el oro en la IV edición de los premios que convoca el Consejo General de la Arquitectura Técnica de Es­paña para reconocer los mejores trabajos de fin de grado (TFG) que se elaboran en las escuelas del país. El proyecto por el que esta joven, alumna de la Politécnica de la Universidad de Extremadura, ha logrado los 3.000 euros con los que está dotado el galardón aborda un levantamiento planimétrico y una propuesta de acce­sibilidad en la casa romana de la alcazaba de Mérida.

Ostenta el mejor expediente académico de su promoción y ha obtenido matrícula de honor en el TFG con el que ha conseguido el reconocimiento. En la actualidad, trabaja para el estudio de arqui­tectura Cruz&Rueda. Los responsables de este estudio, los arquitectos Adela Rueda y Pablo Cruz, han sido además sus tutores.

Natural de Monroy y graduada en Edificación, cursó sus años de instituto en el IES Universidad Laboral. Y antes de elegir carrera, tuvo dudas, admite:

«Siento mucha alegría y mucho orgullo. Es una gratificación muy grande que un trabajo tuyo sea seleccionado a nivel nacional como algo que aporta valor a  la profesión de los arquitectos técnicos», dice sobre el galardón.

«Mi trabajo se ha centrado en utilizar un dron para sacar modelos 3D dirigidos a obtener planos. Con estos planos he planteado una propuesta de accesibilidad con una serie de rampas para entrar dentro de la vivienda que hay en la alcazaba de Mérida. Y estos modelos 30, aden1ás, los hemos subido a plataformas donde se puede interactuar con ellos, con rea­lidad virtual», describe la autora.

Lejos de los tiempos en los que la crisis de la construcción dejó sin trabajo a muchos aparejado­res, la profesión vive en estos mo­mentos una etapa dulce. «Todos mis compañeros de promoción están trabajando. Algunos, inclu­so, no han terminado la carrera y tienen empleo», cuenta. Achaca, en parte, esta aceptación a la di­versificación del sector «Hay com­pañeros que se dedican a la efi­ciencia energética, otros hacemos levantamientos con drones, otros se especializan en dirigir obras en constructoras, en interiorismo… ». «Cuando era más pequeña quería ser periodista -revela entre risas-. Pero en el instituto, cuan­do empezamos a dar dibujo téc­nico y matemáticas más especia­lizadas, fui tirando por la rama de las ciencias. Me decidí por esta carrera en segundo de Bachille­rato. Y la verdad es que estoy muy contenta. Hay muchas oportuni­dades. Terminé la carrera en sep­tiembre y en noviembre ya esta­ba trabajando. Si pudiera, me gus­taría seguir ejerciendo mi profe­sión en Extremadura».
Los 3.000 euros del premio los invertirá en un máster y en un buen ordenador. «Me los voy a gastar en seguir aprendiendo», señala. Aunque todavía, indica, tiene pendiente invitar a la fami­lia para celebrar el galardón.

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